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Hoy es miércoles, enero 07, 2015
Cuento de Navidad
Roland Topor
Mientras esperaba, escondido detrás de un sillón, al pequeño Henry le latía el corazón muy aprisa. Eran las doce de la noche menos tres minutos. Muy pronto podría sorprender
a Papá Noel y arrancarle, a fuerza de súplicas, el vagón correo que faltaba a su tren eléctrico.
Cuando se desgranaron las doce campanadas de la medianoche, trocitos de hollín
empezaron a caer en los zapatos que el pequeño Henry había puesto debajo de la chimenea.
Después fue Papá Noel en persona quien hizo su aparición, con su bonito traje rojo manchado de hollín.
- ¡Buf! -hizo, y con voz de falsete y ceceando-: ¡Me he enzuziado todo!
Cuando se dio cuenta de la presencia de Henry, batió palmas.
- ¡Oh! ¡El maravilloso nenito! ¡Hola muchacho!
- Hola, Papá Noel...
El pequeño Henry estaba asombrado. No era así como imaginaba a Papá Noel. Este era joven, y más bien amanerado.
- Ven a zentarte en miz rodillitaz... Te daré caramelos.
Papá Noel se había sentado en el reborde de la chimenea. Henry se apresuró a obedecer. Los caramelos estaban muy buenos, y las caricias que los acompañaron dulces, muy dulces...
- ¿Dónde eztán tuz papáz? -preguntó Papá Noel con voz insidiosa.
- Mamá está en la montaña y papá duerme en su habitación -dijo seriamente el pequeño Henry.
- ¡Muy bien! Entoncez voy a zaludar a tu papá. Acueztate y zé bueno.
A paso de lobo, el hombre de rojo se deslizo en la habitación del papá de Henry.
Sin hacer ruido, se sacó sus grandes botas y se metió en la cama.
El padre, dormido, balbuceó:
- ¿Quién está ahí?
- Zoy Papá Noel -dijo Papá Noel. Y lo sodomizó.

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BUENA ACCIÓN
(cuento)
Roland Topor (Francia, 1938-1997)
El anciano señor Scrouge no conseguía dormirse. Le atormentaban toda clase de pensamientos extraños,
cosa a la que no estaba acostumbrado. Era como si una bolsa de ideas, guardada intacta durante setenta y
cinco años hubiera reventado de repente.
El anciano señor Scrouge daba vueltas en la cama. Al ritmo de sus movimientos,
las imágenes surgían ante ojos abiertos. Pasaba revista, una tras otra, a todas las personas con las que se había
relacionado a lo largo de su existencia, sin haber conseguido nunca hacerse un sólo amigo. Volvía
a ver los rostros de las mujeres con las que nunca quiso mantener una relación íntima, por miedo a perder su precioso
y pequeño confort. Recordaba al mendigo al que había rehusado un pedazo de pan, al ciego, perdido en el
centro de la calzada, al que deliberadamente había fingido no ver. Ahogó un sollozo.
Tuvo de repente tanto frío que se estremeció. Se envolvió en las mantas e introdujo la
cabeza en su interior para reconfortarse con su propio calor. Las doce campanadas de la medianoche
llegaron a él, amortiguadas por el espeso tejido de lana. Después le pareció oír que alguien gritaba.
Retiró las mantas bruscamente y escuchó con la máxima atención. No se había equivocado.
Una voz que se debilitaba rápidamente gritó aún varias veces: «¡Socorro!»

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Aqui hay algunos poemas.
Solo los que me han gustado. =)
Silencio, silencio que la tierra va a dar a luz un arbol

Chile




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